Fay nos muestra una deslumbrante nave que, más que una trajinera, que es embarcación para gente y carga, parece más bien vehículo de los sueños. No podían faltar el rosa intenso y los
tonos azulados impuros que refieren a un cielo y un mar prisioneros en aparente calma. En el reflejo se difuminan detalles, pero su trazos nos recuerdan las ornamentaciones en piedra y estuco de los antiguos mexicanos, que llenaron de misterios cuantos lugares habitaron.
Xochimilco no es sólo un sitio turístico, sino una parte fundamental del alma de México.